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LA CONTRAPOSICIÓN DE LA LOCURA
LA CONTRAPOSICIÓN DE LA LOCURA
POR GLORIA DE LOS ANGELES BENNETTS CARLOCK
PUBLICADO EN LA REVISTA LITERARIA "TRINANDO"
BOGOTÁ COLOMBIA
El Relato "La Contraposición de la Locura" fue publicada en la Revista Literaria "Trinando" Año III, No.17, en Abril de 2018. La cual está bajo la dirección de MARIO BERMUDEZ y es creada en el país de Colombia.
LA CONTRAPOSICIÓN DE LA LOCURA
Una mujer que habita en la locura, esa era ella;
sin duda no tenía un cerebro normal, se podría decir que su mente estaba
perturbada, sus acciones poco convencionales ponían a todos en estado de
alerta. Desde pequeña salía corriendo a jugar a los columpios con su amigo
imaginario, se ocultaba en los rincones de la escuela y solía tener pocos
amigos, pues nadie entendía ese modo tan particular que desbocaba a diario.
La adolescencia se hizo llegar y fue ahí donde la
locura se volvió aún peor… llego el amor y con ello la tormentosa idea de la
triste soledad, al parecer nadie le hacía caso, pues era una chica fuera de los
estándares del sistema. Sus amigas tenían que hacer de todo para que ella no se
infringiera algún daño; nada punzocortante a su alrededor exclamaban los miles
de doctores que ella frecuentaba de forma esporádica.
No era un caso fácil, la juventud atraco en su físico y entonces la belleza que exclamaba era en lo que los hombres fijaban sus anclas, es extremadamente chocante como un bonito rostro y un espectacular cuerpo puede hacer a un lado los problemas que una mente enferma pudiera tener. Las filas de hombres pasaban sin darle un descanso; algunos tenían un poco de escrúpulos y decidían quedarse hasta el amanecer, pero la mayoría se iba sin siquiera despedirse.
¿Por qué a mí? Preguntaba la demacrada chica a sus voces interiores, pues ella no comprendía por qué los hombres huían. Se acabó la etapa de esperar y entonces comenzó la de seguir sus impulsos, tomo rienda a la aventura y siguió hasta las más extrañas tierras a un hombre que ella solía llamar verdadero amor. Este hombre no era algo impresionante, pero para ella era lo más alucinante con lo que se había topado antes, así que decidió incluso dejar de escuchar a su locura, empezó a ser aquello que tanto le habían pedido sus familiares, trato de ser “normal”, común y corriente como muchos dicen coloquialmente.
El hombre el cual se había percatado de la extraña
chica que lo seguía, sentía un poco de curiosidad hacia ella; pero era más el sentimiento
de lástima el que lo hacía aceptarla, tenía miedo a que la joven se quitara la
vida al ser rechazada. Él siguió el juego sin pensar en las consecuencias
fatales. La joven enamorada trataba de compenetrar en el mundo de la normalidad
donde el chico de sus sueños existía, pero encajar le era imposible. Cada vez
que llovía quería correr hacia los charcos y echarse a nadar, sin importar si
sus finos zapatos se enlodaban, cada primavera quería desnudarse y tomar el sol
en toda su expresión, sin que le quedaran marcas de la ropa interior, pues a
ella no le importaban esas cosas.
Cuando la mujer logró introducirse a la vida del
hombre de sus sueños, este no tuvo más que aceptarla, pues pensaba, que lo
único que tenía que hacer, era dejar que ella se aburriera de él. Días y noches
a su lado y pese a los años seguía escuchando esas extrañas voces dentro de su
cabeza; las cuales de forma cruel le exclamaban: “Tienes que salir y recorrer el mundo, vete qué haces aquí sacrificando
tu juventud y belleza con un hombre que no te ama”, pero la joven ya estaba acostumbrada a los
mensajes engañosos que su mente le podía decir para bloquear su felicidad, así
que, tal y como los psiquiatras le decían y sus padres le habían inculcado,
ella haría a un lado a sus voces interiores para encajar en una vida
convencional.
Cuando el hombre estaba por abandonar a la rara
mujer que vivía hace años junto a él, su familia se inmiscuyo en los asuntos personales
de la pareja, pues las reglas estaban más que escritas ¡eran un dogma! y el
sistema no podía corromperse por dos personas. “Tienen que casarse” exclamaron algunas mujeres de la familia,
justo a los oídos del chico que estaba por retirarse. El joven que había hecho
todo de forma correcta, no mancharía su reputación por una falta moral en su
historial, pues tal vez el cielo se cerraría para él.
Antes de la ceremonia, la joven contactó nuevamente
a su locura y aun tapando sus oídos no pudo evitar escuchar… “Tienes que salir corriendo, aventurarte a
conocer, tienes mucho qué explorar, debes poner fin a este engaño, que solo te
está matando”. Pero la joven que poco encajaba en su red de mentiras
cotidiana, decidió cerrar los ojos y dejar que pasara su inestabilidad.
¡Una boda estupenda, un trabajo asombroso, una casa
maravillosa!, pero las voces aún existían dentro de ella, esas voces que no se
callaban con nada y no tenían ni la más mínima indulgencia.
Cuando iba en una lujosa camioneta a su trabajo,
quería romper los vidrios y salir con las manos ensangrentadas, el sonido del
claxon era demasiado ruidoso, los silbatos de tránsito la volvían aún más loca.
Así que empañaba el vidrio y después le colocaba figuras graciosas; al poco
tiempo sentía la mirada del chofer por el retrovisor, enseguida su esposo la sacudía
y le decía que no hiciera cosas tontas que la hacían ver como una mujer insana.
Al llegar a su prestigioso trabajo, sentía que se
encontraba totalmente encarcelada, así que veía hacia su ventana por horas prolongadas.
Las juntas eran la peor parte de su vida laboral estresante, nunca opinaba pues
enseguida la callaban y cuando tenía una idea visionaria, todos los retrogradas
murmuraban a sus espaldas. Aunque hacía mucho tiempo de no tomar ninguna
pastilla, todos se daban cuenta de su locura al solo ver debajo de su manga, y aunque
sus heridas no sangraban, sus cicatrices no parecían desfallecer en su pálida
piel.
Ni el dinero que ganaba la pareja, ni el éxito que
sembraban alcanzaban a callar las mentes cuadradas. Por más que la joven
quisiera convencerse de su normalidad, las voces parecían contemplar en la
cercanía y reír a sus espaldas. La bella mujer que alguna vez fue una joven que
escuchaba los consejos de sus malévolas voces, ahora se había convertido en una
adulta exitosa, envuelta en una esfera de cristal donde la vida parecía color
de rosa.
En vacaciones quería salir a toda velocidad y
plantarse en la arena del mar, pero sus funciones como jefa de una empresa no
la dejaban, la mantenían entre estadísticas y reportes que no parecían tener
fin. Fue en ese entonces que incluso sus voces parecían darse por vencidas con
ella, pues ya hace meses de que no sembraban semillas de ideas libertarias en
contra del sistema, parecía aterrador como ya no podía llegar a escucharlas, pues
para eso, tuvo que desenterrarlas de un mausoleo de recuerdos que celosamente
ocultaba.
Aún con una fuerza tenue las voces se presentaron ante
ella, ¿Hace cuánto tiempo oliste una
rosa?, ¿Cuándo fue el último día en que percibiste un aroma dulce?, La última
vez que mojaste tu cuerpo dentro de una fría cascada, cuéntame del sonido de
las olas del mar… si quiera a través de un caracol. Resonaban las voces no
solo en su mente sino desde su tormentoso corazón. La mujer llegaba de madrugada
a su casa, se quitaba sus estrechas zapatillas y pretendía no existir.
Contemplaba sus marcas insanas que hablaban de los
fármacos con los que tuvo que vivir, cada una de ellas le recordaba una extraña
anécdota, un relato escabroso de su prematuro pasado. Toda su voluntad, toda su
personalidad habían quedado sellados en un armario bajo cadenas, pues no eran
más que fuerzas del mal que la hacían elegir cosas horribles sobre cosas
bellas, o eso le habían dicho los expertos.
Cuando todo lo negativo de su historia empezaba a
encontrar un espacio en la normatividad de la vida cotidiana, recordó aquel
amor que la hizo dejar atrás su extraña y oscura locura… Miró como nunca había
visto a su esposo desde ya hace varios años, directo a los ojos. Sin levantarse
de la mesa derramó el costoso vino al piso y dispuesta a terminar con la farsa
de una vida perfecta; de pronto se desvaneció. Al abrir sus ojos cansados, las
noticias llegaron, la concepción de una semilla postrada en sus entrañas, sería
aquello que la haría persistir con la idea de abandonar aquel cruel engaño.
Los años pasaron así como su juventud y las voces
tenues se escuchaban tan solo en sus sueños. Su pequeña hija caminaba, corría y
preguntaba qué eran esas extrañas marcas en su muñeca. Pero ni el más caro
departamento, ni la más grande riqueza que habían logrado la pareja en años;
logró salvar a la niña curiosa que tanto amaban, arrebatandoselo después de una
larga lucha.
Después de tanto fingir, de hacer a un lado sus
voces para lograr una vida perfecta; el cuerpo inmóvil de su princesa reposaba
en la cama del hospital; a su alrededor se encontraban unos muros grisáceos y
un ambiente putrefacto, que poco a poco arrancaron del pequeño cuerpo el suave
aroma a rosas frescas; el perfume de su hija fallecida se había fusionado con
el de la sangre y en el helado anochecer, el silencio mortuorio se rompía con
el eco del silbido de un hombre que despedía a su amante desde el otro pasillo.
Aquella mujer no comprendía, ¿Por qué?... a pesar de que abandono las extrañas voces y realizo todo
lo que estaba establecido en el sistema y hasta en la religión, no había logrado encajar en la normalidad. Se
levantó sin siquiera pensar en el
funeral y camino día y noche… hasta que sus pies descalzos se agrietaron,
provocando en ellos considerables heridas, parecidas a las que pinchan espinas
afiladas. La comida no sabía a nada y ni siquiera un buen baño de lluvia ácida
la calmaba. Después de meses de deambular en la ciudad, embriagada de desdicha,
frustración y odio; intentando encontrar su alma perdida; un hombre apuesto se
le acercó.
La saludo con gran emoción y sin importar su
nauseabundo olor la abrazo, el hombre enseguida le pregunto ¿Me reconoces?, a
lo que la mujer exclamó un rotundo ¡NO!, sin importarle la reacción, el hombre
la cargó con todas sus fuerzas y la llevó a una casa que él rentaba, la miró
con gran dolor y la baño de pies a cabeza. La mujer que había perdido toda
esperanza, solo lo ignoraba; pero el desconocido la peinaba y acariciaba desde
la más sutil de las cicatrices de sus muñecas, hasta la más marcada. Le contaba
cosas y hacía de todo para provocar en ella una pequeña sonrisa. Al llegar la
noche no hizo más que cuidar sus pesadillas, sentado a un costado de ella, en
aquel sofá-cama en el que reposaba.
Al amanecer su desayuno estaba sobre la mesa, con
una rosa perfumada, aquel gesto despertó en ella sus voces interiores “huele la flor” le gritaban. El hombre
empezó a realizar una gran mochila, en el que colocó cosas importantes para la
supervivencia, la tomó de la mano y le dijo: “tenemos que irnos, se nos hace tarde”
Empezaron una dificultosa caminata aún debajo de los
truenos y el aire del norte, pese a las circunstancias más extrañas los
viajeros no descansaban. Cuando sus brazos tenían doble color de piel fue
cuando la mujer empezó a contarle al
hombre sobre sus voces, este sin miedo alguno le preguntaba: ¿Qué te dicen?, ¿A dónde quieren que te
dirijas?
Después de un largo viaje, comprendieron que su estancia en esa vereda desconocida que se
hacía llamar vida, se había pronunciado larga, así que pidieron ayuda de otras
personas y medios de transporte, pues ellos, ahora convertido en unos
prodigiosos peregrinos no sabían cuál era el destino de su viaje, inclusive
desconocían cuando tenían que parar.
Cuando estos caminantes, habían recorrido medio mapa
escuchando variedad de idiomas, probando distintas comidas y dormido en
diferentes chozas. La mujer alzó la mirada y se enfocó en aquel extraño con el
que viajaba… ¡De pronto! empezó a reconocer su cabello, a oler su fragancia y
escuchar el tono de grave de su voz. Todo lo anterior, no ayudo de mucho a la
joven, pues ella no lograba recordar con verdadera certeza; hasta que… ¡el
extraño se sacudió! echando para atrás su rostro, riendo a escandalosas
carcajadas.
Sus voces entonces murmuraron: “Es él, aquel por el que una vez decidiste dejar todo por amor, vivir a su lado, casarte y tener una hija, es el mismo amor pero la diferencia es que ahora es recíproco”. Cuando ella lo miró, expresando con sus pupilas dilatadas la increíble emoción, el contacto de su mirada la delató; el hombre quedó inmutable, pues sabía que era ella quien lo miraba y no la extraña que viajaba a su lado desde hace ya tanto tiempo.
Enseguida ella bajó la vista hacia el brilloso
anillo que él tenía puesto en su mano
izquierda, a lo cual, aquel extraño que se había involucrado tan profundamente
para demostrarle la belleza de la vida cuando era tan solo una mujer errante; rompió
la cadena que tenía colgada en su pecho, mostrando un sucio anillo que le
pertenecía a su esposa.
La mujer rio y dejo que el viajero le colocara el
empolvado anillo en el dedo anular, enseguida la miró y exclamó: ¡No fui tan feliz, hasta que empecé a
tomarle fe a tus extrañas voces! “nunca fuimos la mejor pareja pero ahora somos
unos desconocidos que viajan sin cansancio… aquellos que gustan de probar, que
se sienten animados al despertar, los mismos que han tenido todo de igual
manera que lo han perdido y ante ello siguen de pie… mirándose el uno al otro, no
como amantes sino como aquellos amigos que se conocieron un día para emprender el
más extraño viaje” Al terminar de hablar, el hombre la abrazó fuertemente y
pregunto… ¡Ahora cuéntame!, ¿qué te dicen
tus insanas voces?
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¿Cómo citar el contenido de este blog?
Bennetts,G.A. (27 de Abril de 2018) La Contraposición de la Locura. [Mensaje Blog]. El Blog de Angy Bennetts Carlock. Recuperado de https://angybennettscarlock.blogspot.mx/2018/04/la-contraposicion-de-la-locura.html
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